martes, 17 de octubre de 2017

DESCUBRIMOS EL PATRIMONIO CULTURAL Y GASTRONÓMICO DE MONTORO CON EL CLUB DE LECTURA


Versos de El Cronicón:

Panorama de Montoro,
contemplado desde el puente
es como un barco de oro
que duerme como se siente.

Encaramada en las faldas de Sierra Morena, en el Parque Natural de Montoro-Cardeña, abrazada por el río Guadalquivir  se alza este pueblo del este cordobés que por la belleza de su meandro se le conoce también como el Toledo andaluz.

Hasta Montoro nos desplazamos el club de lectura y lectores de la Biblioteca Municipal el pasado día 12 de octubre con el objetivo de conocer uno de los pueblos de nuestra provincia que desde el año 1969 fue declarado Conjunto Histórico Artístico además de ser una ciudad con un encanto paisajístico inconfundible.


























Una de las características más llamativas es el puente, construido en el siglo XV, con cuantro arcos de medio punto que une el barrio de Retamar con el casco urbano gracias a las aportaciones que las damas del pueblo hicieron para su construcción donando sus joyas. De ahí que el puente sea denominado como el de las Doncellas o las Donadas.




Corona el pueblo la Parroquia de San Bartolomé inaugurada en 1483 e inconfundible con su gran torre de color rojizo teñida por la piedra molinaza. Tardó más de dos siglos y medio en construirse de ahí la mezca de estilos arquitectónicos, lo que comenzó siendo renacentista se acabó de estilo neoclásico.


Algunos versos han llegado hasta nosotros, de un poeta local evocando a esta torre.

Estoy ante tu piedra porque añoro 
multiplicar recuerdos por altura,
a tu sombra se rompe mi estatura,
monolítica torre de Montoro.

Aún en la Plaza de España jalonada al norte por esta iglesia nos paramos a reponer fuerzas por el intenso calor en una de sus terrazas y poder contemplar el bello conjunto monumental que conforma la misma, deteniéndonos en la bella portada renacentista del Ayuntamiento, antiguo Palacio Ducal de la casa de Alba. La planta baja es de la segunda mitad del siglo XVI sigue los cánones renacentistas mientras que la segunda es de estilo barroco. A su lado se abre el Arco, junto al que una inscripción testimonia que " Philipe Tercero, deste nombre Nuestro Señor, mandó hazer esta carcel en 1607"



Esta plaza es un buen punto de partida de buen número de callejuelas que nos van a permitir recorrer el bello casco histórico de Montoro salpicado de casas blasonadas.




Lejos de ser un monumento con interés histórico y siguiendo nuestro recorrido por las empinadas calles de Montoro nos encontramos con la Casa de las Conchas, un inmueble construido en los años 60 con la característica de tener la fachada decorada con millones de conchas ( cuentan los lugareños que la suma de este molusco bivalvo asciende a 44 millones ) todo un ejemplo de constancia y excentricidad.




Seguimos avanzando y tras deambular por el intricando laberinto de callejuelas nos dirigimos hacia la antigua Plaza del Charco hoy de Las Hermanas de la Caridad donde se encuentra El Casino, una sociedad recreativo-cultural cuyo patio fue con anterioridad claustro del antiguo convento de San Juan de la Cruz de los Carmelitas Descalzos fundado a finales del siglo XVII y que formó parte de la actual Iglesia del Carmen. Tras las desamortizaciones del siglo XIX el mencionado patio pasó a convertirse en un lugar de ocio y cultura donde nos esperaba Diego, restaurador que siguiendo nuestro interés por conocer esta ciudad no solo culturalmente sino también gastronómicamente, nos deleitó con lo más autóctono de esta tierra, vinagreras, alcachofas, pisto llamado por los lugareños morarería por ser un guiso tradicional árabe, y una exquisita carne  con salsa de almendra.



Desde el Mirador Imperio Romano, este panel nos recordaba la Semana Santa de Montoro, declarada de interés turístico, alcanza su mayor esplendor la tarde del Jueves Santo con la presencia del Imperio Romano, por tal motivo es una de las poblaciones incluida en la Ruta Bético Romana.





Nos despedimos de la ciudad de Montoro con la poesía que encierra cada uno de los rincones de este pueblo.
Paraíso perdido
auspiciado como nido de águilas,
como fruto desplomado del árbol del ensueño.





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