jueves, 26 de enero de 2017

RUTA LITERARIA, CORDOBA DE BAROJA: un paseo literario por la feria de los discretos

Apuntan ciertas fuentes documentales que allá por el mes de enero don Pío Baroja y Nessi asistía en el cementerio madrileño del Este al entierro de uno de sus íntimos amigos, el francés Potevin, traductor de su novela La busca. 

Ante la conmoción de este hecho y aquejado de un ataque de "hipocondritis", decidió pasar el crudo invierno de 1904 en una ciudad andaluza, y eligió Córdoba. Un año más tarde en 1905 publicaba la novela la feria de los discretos de la que hemos hablado en la anterior entrada de este blog, ambientada en esta ciudad. 

El pasado domingo 22 enero el club de lectura de la biblioteca de Baena y los lectores de la misma que nos quisieron acompañar, nos trasladamos a la ciudad de Córdoba para realizar la V ruta literaria y descubrir la Córdoba de Baroja plasmada en la esta novela, leída en el Club de lectura en el mes de diciembre gracias a la colaboración de la Biblioteca Provincial de Córdoba.




De la mano de Quintín, protagonista de la novela, iniciamos nuestro paseo por la feria de los discretos. Comenzamos por la Calleja del Niño Perdido buscando la taberna recreada en el capítulo XVII. Continuamos hacia la calle Concepción, pasamos por San Nicolás de la Villa y hacemos una parada para fotografiarnos con la escultura de una lectora muy especial que conmemora el 75 aniversario de Diario Córdoba.





Tomó Quintín la calle Gondomar y se dirigió a la  Plaza de las Tendillas, allí nuestra compañera del club de lectura, Paquita Moyano nos explicaba la historia de esta céntrica plaza.



Seguimos camino de la calle Jesús y Mª en busca de la calle AMBROSIO DE MORALES donde encontramos el TEATRO CÓMICO centro de interpretación de María Lucena, compañera sentimental de Quintín.




Bajamos la CUESTA DE LUJÁN para adentrarnos en la  CALLE DE LA FERIA, aquí don Gil Sabadía, amigo de Quintín, le irá contando algunas cosas curiosas de ésta.

¿No se ha fijado, dijo D. Gil, de lo altas que son las casas en esta calle?. Hombre sí ¿y por qué es eso?
Por dos razones, contestó don Gil:
La primera por ganar altura que le quitaba la muralla,
la segunda porque aquí se celebraban antiguamente la mayoría de los espectáculos. Allí se ejecutaban, se corrían toros y cañas, y durante los ocho días anteriores a los de la Virgen de Linares, los calceteros tenían una gran feria. Por eso en las casas hay tantas ventanas y galerías y la calle se llama de la Feria.




A Quintín le habían dicho que en la PLAZA DE LA CORREDERA estaban casi todos los baratillos de Córdoba, y a la mañana siguiente de su conversación con Rafaela se presentó allí, dispuesto a no dejar rincón sin resolver hasta encontrar el cofrecillo que le habían encargado que buscase.



Salió Quintín  por el Arco Bajo a una plazoleta, en donde algunos viejos tomaban el sol, con la capa liada al cuerpo....y les dijo; Yo quisiera que me dijese si hay por aquí algún baratillo más que los de la Corredera.
Sí señor, hay uno en la PLAZA DE LA ALMAGRA.




Nuestro siguiente destino se dirige hacia la IGLESIA DE SAN PEDRO, ubicada en el barrio del mismo nombre y donde Guadalupe Ariza, miembro del club de lectura, nos explica los rasgos más característicos de esta iglesia fernandina.



Hacemos un alto en el camino para fotografiarnos con el recuerdo que la ciudad dedica al escultor cordobés Juan de Mesa.




En pleno barrio de Santiago nos dirigimos a la calle SIETE REVUELTAS, para entrar en una de las  casas solariegas de estilo mudéjar que se conservan en Córdoba, conocida con el nombre de CASA DE LAS CAMPANAS




Descubrimos el Palacio del Marqués de Tavera ( en la ficción de la novela) en la calle Sol, actualmente calle AGUSTÍN MORENO, donde se alza majestuoso el PALACIO DEL MARQUÉS DE BENAMEJÍ, hoy Escuela de Arte y Oficios Dionisio Ortiz.




Paseando por la ribera del río Guadalquivir nos encontramos con una de las plazas frecuentada por nuestro protagonista,  la PLAZA DEL POTRO, explicada por Clara Jorge. En el nº 10 se ubica la POSADA DEL POTRO, un corral de vecinos, casa típica del siglo XV, hoy Centro de Flamenco Fosforito.





Desde la IGLESIA DE SAN FRANCISCO subiremos a la Calle Portillo y Julio Romero de Torres para disfrutar del encanto de la  PLAZA DE JERÓNIMO PÁEZ donde se localizaba, en época romana, un teatro con aforo para 10.000 espectadores y en ella se ubica el PALACIO DE LOS PÁEZ DE CASTILLEJOS, hoy Museo arqueológino y etnográfico. Frente a éste.  la CASA DEL JUDÍO, conocida así popularmente en recuerdo del sefardí ELIE J. NAHMIAS.







En las tabernas decimonónicas de la ciudad, Pio Baroja quedará envuelto en una telaraña social, que le permitió darle una vida muy aproximada a los personajes de la novela. Reponemos fuerzas en esos lugares de encuentro de la época, la taberna El Tablón descrita así por Joaquín Pérez Azaustre : "muy poca gente sabe que en la Judería, hay una mesa en la que se sentó un día Pío Baroja, todavía joven mocetón, andariego y disperso a corregir su primer manuscrito de la feria de los discretos, novela de lectura obligada de la que todo el mundo habla pero que muy pocos cordobeses han leído"





Repuestos ya de nuestra caminata, después de la comida que nos ofrecía Rafael dueño de la taberna el Tablón, seguimos tras los pasos de Quintín.

Sin advertirlo, Quintín se acercó a la mezquita y se encontró ante el muro frente a un altar con un sotechado de madera y unas rejas adornadas con tiestos de flores. En el altar había este letrero:

Si quieres que tu dolor
se convierta en alegría
no pasarás pecador sin alabar a María

Cerca del altar se abría una puerta, y por ella pasó Quintín PATIO DE LOS NARANJOS, explicado por otro de los miembros del club de lectura, Pepi Ruiz.




Seguimos nuestro camino en el Capítulo XXIII de la novela, cuando Quintín trató de buscar la salvación en las piernas, y echó a correr como un gamo; salió frente a la Mezquita, bajó por el Triunfo, atravesó la Puerta Romana y siguió por el puente hasta llegar al pie de la torre de la Calahorra. Se oía por todas partes el pito de los serenos.



Atravesamos la PUERTA DEL PUENTE,  que en época romana unía Córdoba con el PUENTE ROMANO y la Vía Augusta.

Disfrutamos de este entorno monumental del río Gudalquivir con la explicación de Marifi Pedrajas, miembro también del Club de lectura, para culminar nuestro paseo literario en la TORRE DE LA CALAHORRA, explicada por la integrante del club de lectura Mª Angustias Lizana.



Un señor leía en la Víbora el artículo de despedida que había publicado Quintín con el título de "¡Ahí queda eso!" 

¡Adiós Córdoba, pueblo de los discretos, espejo de los prudentes, encrucijada de los ladinos, vivero de los sagaces, enciclopedia de los donosos, albergue de los que no se duermen en las pajas, espelunca de los avisados, cónclave de los agudos, sanedrín de los razonables! ¡Adiós Córdoba! Y ahí queda eso.


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